miércoles, 17 de marzo de 2010

EL ARTE DE LA PEDAGOGÍA Y LA PEDAGOGÍA EN EL ARTE.

Aporte: VICKY ORTIZ

“No hemos de preguntarnos qué necesita saber y conocer el hombre para mantener el orden social establecido, sino qué potencial hay en el hombre y qué puede desarrollarse en él, para que ésta fuerza de las nuevas generaciones aporte y dignifique el orden social establecido”
Franz Carlgren
Triformación del ser
No se trata de crear una nueva escuela o colegio sino de vivenciar la verdadera escuela, donde la familia pueda desplegar un sentimiento cálido de fraternidad, y donde el niño, el muchacho, el adolescente, pueda recuperar los roles propios a su edad, género y época, preparándose para gestar una nueva comunidad llena de entusiasmo, interés genuino por el otro, conciencia de sí mismo y del mundo que le rodea, garantía que ofrece un programa educativo innovador, en el que interactúan armónicamente las actividades intelectivas, artísticas, sociales y prácticas, para así llegar a un desarrollo íntegro de todo el ser humano: de su pensar creativo, su sentir y sus fuerzas volitivas.
La pedagogía Waldorf se basa en conocimientos íntimos de la naturaleza humana respetando sus aspectos físicos, anímicos y espirituales. Se ha podido demostrar con esta ciencia pedagógica, que el ser humano hay que considerarlo como un ser triformado para realmente llegar con medios educativos al niño en su totalidad.
Ésta triformación del ser divide físicamente al hombre en tres grandes sistemas:
v El Nervioso – Sensorio (Sistema nervioso central y periférico, huesos, articulaciones)
v El Respiratorio – Circulatorio (Corazón, pulmones, arterias, venas, sistema linfático)
v El Metabólico – Motor (Músculos, órganos de la digestión)
A cada sistema físico corresponden cualidades anímicas como el pensar y lo que esto genera, como el intelecto, el conocimiento, al sistema nervioso – sensorio; el sentir al sistema respiratorio – circulatorio; el querer, a través de las fuerzas de la voluntad, al sistema metabólico – motor.Desde el punto de vista anímico, la función de la educación es favorecer y permitir el desarrollo y libre despliegue de las cualidades anímicas antes descritas, pensar, sentir y querer, en el individuo.
Socialización ternaria: fraternidad, libertad, igualdad
En la integración con el medio que la circunscribe, local, regional y mundialmente, la pedagogía waldorf propende por una socialización ternaria:
v Fraternidad social en la vida económica.
v Libertad espiritual en la vida cultural.
v Igualdad democrática en la vida jurídica.
La Escuela Waldorf mantiene éstas máximas como razón de ser de su integración social.

LA PEDAGOGIA WALDORF. Filosofia y fundamentos

Aporte PAULA ANDREA CORREA

Esta filosofia se fundamenta en que el ser humano es una individualidad de espiritu, alma y cuerpo, cuyas capacidades se despliegan en tres etapas de desarrollo hacia la madurez del aldulto: primera infancia, niñez y adolescencia.

Cuando un niño puede relacionar lo que aprende con sus propias experiencias, su interés vital se despierta, su memoria se activa, y lo aprendido se vuelve suyo. Las escuelas Waldorf están diseñadas para propiciar este tipo de aprendizaje.

El método de Steiner se basa en proveerle al niño lo que necesita en cada momento de su evolución. El proceso de desarrollo del niño y el ser humano se puede dividir en septenios (períodos de siete años).

Primera infancia (0 a 6 años)

Los niños pequeños se entregan totalmente a su entorno físico; absorben el mundo sobre todo a través de sus sentidos y responden con el modo más activo de aprendizaje y conocimiento: la imitación. La imitación es la capacidad de identificarse con el entorno a través de la voluntad activa: la acción y el hacer. Todo--ira, amor, alegría, odio, inteligencia, estupidez--le habla al niño a través del tono de voz, el contacto físico, los gestos corporales, la luz, la oscuridad, el color, la armonía, y la desarmonía. Estas influencias son absorbidas por el organismo físico, todavía muy maleable, y afectan al cuerpo para toda la vida.

Los allegados al niño pequeño--padres, niñeras, maestras de educación inicial y jardín--tienen la responsabilidad de crear un entorno que sea digno de esta imitación incondicional del niño. El entorno debe ofrecer al niño amplias oportunidades para la imitación plena de sentido y para el juego creativo. Esto apoya al niño en la actividad central de estos primeros años: el desarrollo de su organismo físico. Desviar las energías del niño de esta tarea fundamental para atender exigencias intelectuales prematuras le roba al niño la salud y vitalidad para su vida posterior. En últimas, debilita las mismas capacidades de juicio e inteligencia práctica que el maestro quiere fomentar.

En el jardín de infantes, los niños juegan a cocinar; se disfrazan y se vuelven madres y padres, reyes y reinas; cantan, pintan y dibujan. A través de canciones y poemas aprenden a disfrutar el idioma; aprenden a jugar juntos, escuchan historias, ven obras de títeres, hacen pan, preparan sopa y ensaladas de frutas, modelan con cera de abejas y construyen casas a partir de telas y cajas. Involucrarse en forma total en este tipo de trabajos es la mejor preparación del niño para la vida. Desarrolla las capacidades de concentración, el interés, y el amor por aprender.
Niñez (7 a 13 años)

Cuando los niños están listos para dejar el jardín y entrar en primer grado, están deseosos de explorar el mundo entero por segunda vez. Antes, se habían identificado con él y lo habían imitado; ahora a un nivel más conciente, están listos para conocerlo otra vez por medio de la imaginación-- ese poder o capacidad extraordinaria de la cognición humana--que nos permite "ver" una imagen, "oir" una historia y "adivinar" los signficados dentro de las apariencias.

En el segundo septenio, durante los años de escuela primaria, la tarea del educador es traducir todo lo que el niño necesita saber acerca del mundo al lenguaje de la imaginación, un lenguaje que es tan exacto y corresponde tanto a la realidad como el análisis intelectual en el adulto.
Todo aquello que apela a la imaginación y al sentir verdadero activa y moviliza los sentimientos, facilitando el aprendizaje y la memoria. Los años de primaria son el tiempo para educar la "inteligencia del sentir".

Es sólo después de los cambios fisiológicos de la pubertad, con los cuales se completa la segunda gran fase de desarrollo del niño, que el aprendizaje imaginativo sufre una metamorfosis para emerger como capacidad racional y de abstracción intelectual.

Adolescencia (14 a 21 años)

Durante la gloriosa turbulencia de la adolescencia, la personalidad celebra su independencia y busca explorar el mundo otra vez en una forma nueva. En su interior, el/la joven, el ser humano hacia quien los años de educación han sido dirigidos, está madurando calladamente. Pronto emergerá la individualidad de su ser.

Según la concepción de Steiner, este ser esencial no es producto ni de la herencia ni del entorno; es una manifestación del espíritu. El terreno sobre el que se afirma y en el cual hunde sus raíces es la inteligencia que ha madurado, a partir de la matriz de la voluntad y el sentir, hasta llegar al pensamiento claro y experimentado. En la sabiduría tradicional, es este el ser que toma posesión de sí mismo alrededor de los 21 años, se hace "mayor de edad", y entonces está listo para emprender la verdadera tarea educativa--la autoeducación--que distingue al adulto del adolescente.

Pedagogía Waldorf La naturaleza del ser humano

El alma humana es estudiada por la psicología y la religión; el cuerpo físico, por la medicina y la fisiología. Dentro de la psicología freudiana, el alma no es más que una función biológica del inconciente. El espíritu queda sin atender. Pero no siempre fue así. Durante un concilio de la Iglesia en el siglo IX, se declaró que el hombre está formado por cuerpo y alma, y no por la trinidad de cuerpo, alma y espíritu. Desde entonces, el alma y el espíritu pasaron a ser esencialmente sinónimos. Esto claramente constituye un error si se considera que el ser humano posee cuerpo, alma y espíritu. Para poder afirmarlo, tendremos que definir la diferencia entre alma y espíritu.
El cuerpo físico es el elemento material que vemos con nuestros ojos físicos. ¿Y el alma? Si me paro afuera aquí, en Traslasierra, y observo el cielo tachonado de estrellas, me invadirá un sentimiento de asombro, y hasta de dicha. Estos sentimientos son funciones del alma. Pero luego, si comienzo a preguntarme sobre qué son las estrellas y de qué están hechas, y la luna que allí aparece: hermosa, dice mi alma, pero mi espíritu se pregunta cuánto tardará en cruzar el cielo y si esa forma de hoz no es causada por la sombra de la tierra. Esta función, el pensar, es atributo del espíritu, del Yo – el componente individual, inmortal y conciente de sí mismo, que posee el ser humano.
Ahora compliquemos un poco la situación y vayamos en los detalles. El cuerpo humano está compuesto de las mismas sustancias que su entorno: minerales, químicos, líquidos, etc. Pero si sólo se tratara de eso, yacería postrado como el monstruo de Frankenstein antes de recibir la descarga eléctrica. No, ese cuerpo tiene vida, y eso no se puede explicar mediante fórmulas químicas o la electricidad. Llamemos a este componente de vida el “cuerpo vital”, que los organismos vegetales y animales también poseen. Lo que las plantas no poseen es el alma. Los animales y los humanos, en cambio, sí lo tienen. Los animales tienen conciencia, sensaciones y experimentan dolor y alegría, hambre y, sobre todo, instintos. Sin embargo, aunque tienen diversos grados de inteligencia según la especie, los animales no piensan y no tienen conciencia de sí mismos. En otras palabras, no poseen un yo individual. Sólo el ser humano posee este componente.

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Aporte: Flor Marina PamplonaPedagogía

ENSEÑANZA DE LA LECTURA A TRAVÉS DEL ARTE Y LOS JUEGOS
El método de Steiner se basa en proveerle al niño lo necesario según el momento evolutivo en el que se encuentre y no lo que el sistema social pretende. Steiner creía que los períodos evolutivos del niño se podían dividir en septenios (cada siete años)...

El primero es el jardín infantil, en el que se involucra al niño en un ámbito de juego y amor. Se le cuentan cuentos y se intenta que sus juguetes sean orgánicos y naturales; tampoco tienen formas definidas, ya que con esto se le da la posibilidad de desarrollar la imaginación. Así, darle al salón un ambiente natural a través de los diferentes elementos de la naturaleza (tierra, agua y viento), invita a la imaginación y la fantasía. Según Ana María Leaño (artículo publicado en eltiempo.com/educacion), en preescolar el salón es como una casa pequeña diseñada para los niños. No hay pupitres, sino una sola mesa. Sirve de comedor y para pintar y modelar arcilla. Sus maestras cocinan con ellos y para ellos. Este período termina cuando al niño se le caen los dientes de leche.
El segundo septenio es de primer a octavo grado. Aquí el grupo cuenta siempre con el mismo maestro, por lo que este llega a crear un vínculo muy fuerte con sus estudiantes. Esta es la razón por la cual no dividen a los niños por curso. Los salones están dispuestos de acuerdo con el número de pequeños que una maestra, junto con un auxiliar, puedan atender. Antes de los 7 años, se evita la formación académica tradicional, ya que se centran en otras prioridades, como el desarrollo del cuerpo.
En los grados superiores el niño se convierte en joven, por lo que ya no necesita de una persona permanentemente. Por más que el grupo recibe un tutor, este no participa tan activamente como lo hacía el maestro de primaria. Es en esta etapa que lo acompañan profesores especialistas en cada área.
En esta pedagogía se hace mucho énfasis en el juego; el cual era dividido en diferentes etapas, las cuales llevan un orden coherente para incentivar la tolerancia, el conocimiento, afirmación, confianza, comunicación y cooperación.

Durante todo el último año, el alumno tiene que llevar a cabo un trabajo; este debe tener una parte teórica (lectura y escritura) y una parte práctica, donde el alumno debe vivir una experiencia social. Algo similar a una investigación que se realiza hoy en día en el campo de las ciencias sociales.